Las disputas sobre el papel del Estado en la promoción del bien común están dando lugar a un reequilibrio de prioridades. Segundo de una serie de dos artículos.
Una panorámica de algunas de las causas e iniciativas que hoy inspiran al movimiento conservador de Estados Unidos. Primero de una serie de dos artículos.
La estrategia de Sumar y Más País para ganar el corazón de una mayoría social en España.
Además de ser un bien en sí mismo, el pluralismo permite iluminar puntos ciegos en la manera en que se están discutiendo cuestiones de calado en la opinión pública.
Por qué la izquierda y la derecha no se entienden cuando hablan de corrección política, libertad de expresión o diversidad.
El nuevo héroe de la derecha conservadora es un guerrero cultural, conoce las reglas del juego y sus partidarios dicen que es un buen gestor. ¿Bastará?
Analistas de izquierdas aconsejan volver al principio de igualdad ante la ley y alejarse del resentimiento identitario.
Un análisis de las ideas y los hechos más significativos que están detrás de este fenómeno.
La retórica sobre los valores familiares debe ir de la mano de medidas que mejoren el nivel de protección social, sostienen dos expertos.
El liberalismo político ha mutado, pero sigue siendo la última salvaguarda frente a la intolerancia.
Los republicanos repiten el error que en su día achacaron a los demócratas: prejuzgar a una candidata por sus convicciones.
Fernando Vallespín analiza algunas de las causas y manifestaciones más relevantes del deterioro de la cultura política liberal.
Derechistas críticos con el “laissez faire” impulsan el capitalismo del bien común y los vínculos sociales. Tercer y último artículo de una serie sobre la nueva relación de los conservadores con el Estado.
La derecha posliberal propone medidas en ámbitos como la familia, la moral o el derecho. Segundo artículo de una serie sobre la nueva relación de los conservadores con el Estado.
Un análisis de algunos motivos que dividen a la derecha frente a la visión moral de la izquierda. Primer artículo de una serie sobre la nueva relación de los conservadores con el Estado.
Convertir el término en un cajón de sastre para todo tipo de males no ayuda a encontrar paradigmas alternativos.
Frente a la narrativa habitual, algunos expertos ven ventajas en la proliferación de corrientes en el seno de los partidos.
Si un discurso pensado para forjar ciudadanos abiertos no admite la variedad de opiniones, algo no marcha bien.
En varios países, la preocupación por la seguridad ciudadana deja de ser una bandera exclusiva de la derecha.
No hace falta ser populista para constatar la desconexión de los ciudadanos sin estudios universitarios con la política. Una iniciativa les da voz.
El último debate de la era Trump y el primero de la de Biden tiene todas las papeletas para ser uno de los temas estrella de la temporada.
Uno de los debates del momento en la batalla cultural es si el conservadurismo tiene un aliado en el orden liberal o si este juega en su contra.
Entre el pánico a tomar partido y la furia partidista caben muchas opciones.
Las ideas de Ibram X. Kendi, referente de la ideología “woke”, muestran hasta qué punto se han vuelto aceptables en el debate público ciertas trampas intelectuales.
Dos diputados británicos lanzan una iniciativa para reducir la frustración entre quienes oyen hablar maravillas de unos ideales cuyos beneficios no les llegan.
¿Y si el conservadurismo tuviera más que ver con la belleza, la razón o la justicia que con la indignada protesta contra la cultura actual?
La discusión trasciende el contexto político estadounidense y da que pensar a los conservadores de otros países.
En vez de presentar al presidente demócrata como el venerable padre de la nación, habría que empezar a verle como parte interesada en la batalla cultural.
La narrativa de las elecciones “robadas” ahora compite en toxicidad con la del supuesto auge del fascismo.
Hoy la contestación más eficaz al iliberalismo “woke” procede de heterodoxos de centroizquierda.
Crece el deseo de dejar atrás la dialéctica “ellos contra nosotros” y de avanzar hacia algo distinto.
El voto oculto a Trump habla más del temor a una revancha de la izquierda que del entusiasmo por el republicano.
El demócrata promete “restaurar el alma de América” y mejorar las condiciones de vida, a costa de más intervencionismo económico y social.
El republicano ha traído a los conservadores reconocimiento y poder, pero el precio a pagar por esta alianza podría ser alto.
El doble rasero que se aplica a la aspirante a magistrada del Supremo estadounidense, católica como Biden, no es la igualdad que buscó la juez Ginsburg.
Con independencia de que el republicano logre colocar a un tercer juez en el Supremo, ya ha conseguido nombrar una cuarta parte de magistrados federales.
La importancia de las elecciones de noviembre va más allá de la figura de los candidatos.
El filósofo francés Michel Onfray denuncia que hoy se trate como apestado a cualquiera que hable de “pueblo”, “nación” o “soberanía”.
La importancia de las medidas en favor de la libertad religiosa adoptadas por el republicano en el último mes es dispar, pero el conjunto es elocuente.
Mientras Bernie Sanders ha acabado perdiendo autenticidad, el nuevo líder de los laboristas británicos, Keir Starmer, se estrena haciendo equilibrios.
Unos y otros están convencidos de que la bondad de sus causas les permite saltarse límites constitucionales.
Biden mantiene la fama de centrista, pero su programa está más a la izquierda que cuando era vicepresidente con Obama.
Los impulsores de esta corriente se enfrentan a los recelos de otros conservadores que no quieren verse arrastrados a una lucha de identidades.